Me he dado cuenta de lo mucho que me cuesta parar y estar aparentemente sin hacer nada. Me urge aprender a parar sin sentirme culpable. Está claro que no estoy descubriendo la sopa de ajo, pero una tiene estos momento de reflexión y lucidez, cuando los tiene.
El fin de semana pasado nos fuimos de camping, cosa que no hacemos normalmente. Le quería regalar a Elia un fin de semana diferente, sin horarios, sin planes, de esos de no hacer nada. La verdad es que me parecía que lo de ir a un camping de playa fuera de temporada nos daría todo eso y más. Y realmente fue así. Sin embargo yo no estaba preparada para no hacer nada. La sensación de no tener un plan me empezó a angustiar y rápidamente empecé a proponer cosas; que si vamos a la playa, que si vamos a ver las instalaciones, que si hacemos fotos, que si jugamos a las cartas… ¡¡¡STOP!!!! , pero, ¿no se trataba de no hacer nada?