Este año ha sido el año de NO ME DA LA VIDA. Casi me rindo con el DIY del Calendario de Adviento. He estado a punto de salir corriendo con la capa de mala madre a comprar un Calendario de Adviento de esos del super. Esos que cuestan menos de un euro y que dejan secuelas de por vida a causa de los dibujos tan horribles que les plantan, por no hablar de las chocolatinas… Todos sabemos que al final siempre aparece alguien por casa con uno y que a los peques les rechifla. Es una causa perdida.
Hoy me vais a perdonar pero no voy a hablar de mí , ni de ninguno de mis hallazgos de este universo infantil que tanto me gusta y que disfruto al máximo. Hoy voy a hablar de una persona muy importante no solo para mí, sino también para Elia: la yayi. Esta semana mi madre ha cumplido 70 años y aunque no soy de las de que van sumando crisis de década en década os he de confesar que los 70 de mi madre me han llevado a un cierto estado de nostalgia y de emociones encontradas. Una mezcla de inmensa felicidad por tenerla a mi lado durante todo este tiempo , pero ese 7 también me ha dejado un cierto regusto amargo. Todo pasa tan deprisa que necesito darle al botón de parar.
Me he dado cuenta de lo mucho que me cuesta parar y estar aparentemente sin hacer nada. Me urge aprender a parar sin sentirme culpable. Está claro que no estoy descubriendo la sopa de ajo, pero una tiene estos momento de reflexión y lucidez, cuando los tiene.
El fin de semana pasado nos fuimos de camping, cosa que no hacemos normalmente. Le quería regalar a Elia un fin de semana diferente, sin horarios, sin planes, de esos de no hacer nada. La verdad es que me parecía que lo de ir a un camping de playa fuera de temporada nos daría todo eso y más. Y realmente fue así. Sin embargo yo no estaba preparada para no hacer nada. La sensación de no tener un plan me empezó a angustiar y rápidamente empecé a proponer cosas; que si vamos a la playa, que si vamos a ver las instalaciones, que si hacemos fotos, que si jugamos a las cartas… ¡¡¡STOP!!!! , pero, ¿no se trataba de no hacer nada?
Ya estamos de vuelta al cole y aunque pensé que nunca diría esto: ¡Qué ganas tenía! Normalidad, rutinas, orden y recuperar mi vida de adulta. Llevo todo el verano con una sobredosis de juego simbólico con Elia. “Ahora eres una princesa”, “ahora la señora de la tienda”, “ahora veterinaria” y lo peor, “Mami, ¿jugamos a casarnos?…” Llevaba un par de horas en el cole y ya la estaba echando de menos. ¡Contradicciones al poder! ¡Bienvenidas de nuevo! Cosas de la maternidad que hay que asumir y llevar con naturalidad. Como dice el Tipo duro y papi de Elia, ¡Disfrútalo! Vuelve…
Lo prometido es deuda. En el último post os explicaba lo que busco en un hotel al viajar con niños y os dije que contaría con más detalle nuestra experiencia en dos de los hoteles donde nos hemos alojado en alguna de nuestras escapadas madrileñas. Así que, ¡ahí va!